“¿Es de puros hombres, verdad?”, le pregunté a Rogelio Garza al darme cuenta que la cantina solo tenía un baño. Acabábamos de pedir unos frijoles con “veneno” y un lomito adobado. Estábamos en El Indio Azteca -taberna ubicada en la avenida Madero Oriente- y fue la primera de muchas veces que la visité, mientras radicaba en la ciudad de Monterrey.
Con más de cien años de tradición, presume ser la primera cantina de aquella bella ciudad. Nunca vi una mujer dentro de ella, más que en una ocasión en que la visitaron unas periodistas para elaborar un artículo sobre su historia. A diferencia de las cantinas del DF, donde la gente llega para quedarse, en este salón la concurrencia llega a comer, se toma un par de cervezas (a la mejor una o dos más) para tratar de controlar el intenso calor de verano y se va para continuar con su día laboral. Empresarios y comerciantes, oficinistas y estudiantes, regios y foráneos conviven con gran naturalidad y rara vez se encuentra a un buscapleitos.
Pues bien. Esta semana la prensa nos ha inundado –nuevamente- con noticias tercermundistas. Mientras el mundo globalizado trata de encontrar alternativas para sortear mejor las implicaciones de la inminente desaceleración en la economía, en la política mexicana nos damos gusto con el PRD y sus secuaces. Las declaraciones venenosas de AMLO hacia la presidenta de la cámara de diputados y compañera de partido, Ruth Zavaleta, provocaron que ella –en legítima defensa- lo nombrara buscapleitos de taberna.
Después del intercambio, es casi obvio distinguir quién salió con la peor parte. Sobretodo cuando Zavaleta señaló que alguna vez creyó en él como en un estadista. Ni modo. Una curiosidad adicional es que el vocero oficial del “gobierno legítimo” salió a decir que AMLO no había dicho lo que había dicho. Lo que ensalza aún más la escena, recordándonos tiempos perdidos de Fox y su vocero Rubén Aguilar.
El tema, sin embargo, no queda aquí y lamentablemente no pasará como un episodio de tragicomedia. No, este modo de conducirse (el de AMLO) es un factor indispensable en los políticos populistas de la izquierda latinoamericana. Dado que su discurso político es muy débil -en términos de rigor teórico- requieren legitimar sus habladas al contrastarlas con discursos más fuertes. Por ello, Hugo Chávez busca continuamente un contrincante que le ayude a mantener su imagen antagónica. George Bush, Felipe de Borbón, Álvaro Uribe o quien se le ponga; con el único objetivo de mantener viva la doctrina radical de hacer la revolución. Y ésta con un significado menos ingenuo (e idealista) que el de Marx, pero sí malicioso y que en la realidad permite que hombres de esta estirpe mantengan el poder.
En el caso de nuestro líder populista (el nuestro lo señalo solo como una condición de pertenencia empática: como el comentario aquel de que todos tienen un amigo gordito o necio. Bueno el nuestro es el Peje) va perdiendo intensidad esta táctica de buscapleitos, pues cada vez le tira con menos puntería (como a Creel hace algunos días) y ahora, bueno, hasta se quiere lidiar a golpes con una compañera y además comete el craso error de enfrentarse a una mujer con comentarios misóginos.
La única imprecisión de Ruth Zavaleta consistió en considerar que AMLO es un buscapleitos de taberna o amateur, pues este político es un profesional de las peleas. Principalmente, las que involucran a los medios y donde puede ganar espacios en la escena pública. En esta ocasión, sin embargo, los reflectores han mostrado su peor ángulo (¿el verdadero?) y algunos –que otrora lo apoyaban- ya quieren sacarlo del salón. La desesperación lo está llevando a cometer (seguir cometiendo) errores que provocarán que lo boletinen en todas la cantinas del país y nunca más pueda sentarse a tomar un trago, pues se sabe que en cualquier momento arremeterá contra los comensales, alterando su tranquilidad.
Notas al margen:
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El Indio Azteca se fundó en 1900 y la tradición de no permitir la entrada de mujeres la alimentan más los comensales que los dueños. En cuanto alguna mujer intenta colarse hacia el salón, los mismos clientes chiflan y piden a gritos su salida
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Existen anécdotas en las que mujeres disfrazadas han podido consumir sin problemas, desatando la risa de los presentes al descubrirse y celebrar su hazaña.
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La comida y el servicio son de primera calidad y además puede disfrutarse de ese sabor que solo las cantinas mexicanas ofrecen.
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