Jueves ordinario: el consumo responsable

Cuando estaba terminando la carrera de Economía, cursé una materia que recientemente se había incluido dentro del plan de estudios: Economía de los Recursos Naturales. Habíamos estudiado ya modelos de crecimiento y desarrollo, donde el capital humano estaba en el centro de la generación de riqueza, por lo que nos resultó un poco sorpresivo encontrar una teoría que situaba a la naturaleza en el centro y a nosotros en la periferia.

«El mundo no se va a acabar», nos comentó una amiga el pasado fin semana, «quienes vamos a desaparecer somos nosotros como especie humana», remató. El mundo se adaptará a las nuevas condiciones y antes de que logremos liquidarlo, él se encargará de exterminarnos; fue más o menos lo que yo interpreté después una animada e interesante plática sobre el medio ambiente. La imágenes que nos fue regalando para ilustrarnos sobre los efectos de la basura, la deforestación de los bosques, el cambio climático y el uso inadecuado del agua -por citar solo algunos ejemplos- despertaron un interés que había estado postergando para hacerme responsable por la contribución que me toca.

Coincidentemente, el viernes asistí a un festival donde mi hijo participó en la campaña de ambientalismo de su escuela. Mientras exponía, pensaba que éste era un tema muy de moda y algo mas bien «bonito de tener» que «fácil de aplicar». Pero el sábado me di cuenta que sí está en nuestras manos contribuir de una manera directa y con impactos reales al paro del deterioro ambiental.

Nuestra responsabilidad -como sociedad de consumo- está precisamente en adecuar ciertos hábitos de nuestro consumo cotidiano. Las principales acciones se han clasificado dentro del modelo conocido como de las 3 «Rs»:

  • Reducir
  • Reutilizar
  • Reciclar

Reducir: La primera pregunta que debemos hacernos es si realmente necesitamos el producto que estamos a punto de comprar. Si la respuesta es afirmativa, es importante elegir productos que no contemplen materiales desechables y contaminantes. Por ejemplo: PET, pilas, mezclas de metal y plástico.

Reutilizar: Como su nombre lo indica es darle un nuevo uso a ciertos productos que aparentemente ya han sido consumidos. Por ejemplo: café colado como fertilizante y cáscaras de huevo como nutrientes en plantas.

Reciclar: Consiste en incorporar desechos a otro ciclo de transformación, para lo que es necesario -en primera instancia- separar los desechos orgánicos de los inorgánicos; de lo contrario el reciclaje es prácticamente imposible. Adicionalmente, los desechos inorgánicos debemos clasificarlos y entregarlos tanto a los centros de acopio como al camión de la basura. Contrariamente a mi creencia (y la de muchos con los que he platicado) el servicio público de la basura sí recicla los desechos -siempre que estén debidamente separados- obteniendo beneficios económicos por ello.

El artículo completo sobre el que tomé estas recomendaciones aparece en el siguiente linkModelo_RRR. En él, podrán encontrar explicaciones a detalle y un acervo cultural básico ambiental que es necesario manejar y difundir. De esta manera, podremos crear la conciencia que requiere nuestra especie para mantener condiciones de subsistencia.

El primer paso para romper el circulo vicioso que hemos creado en el deterioro ambiental está del lado de la sociedad a través de un consumo responsable. Una vez que se generalice el cambio en los hábitos de consumo, las empresas tendrán la necesidad financiera de adaptar su producción.