Jueves ordinario: el bombero

Foto tomada de gastelummoller.com

Foto tomada de gastelummoller.com

 «Quiero ser bombero», siguen diciendo millones de niños cuando se les pregunta que qué quieren ser de grandes. Es por su uniforme, sí, pero sobretodo por un sentido de reconocer a una figura noble y altruista. Los bomberos son héroes cotidianos, admirables y admirados por la sociedad toda.

En Estados Unidos se convirtieron -junto con el departamento de policía- en un ícono de coraje y fortaleza durante las labores de rescate, derivadas de los sucesos del 9/11 en Nueva York.

clearing the eyes

Bombero estadounidense en labores de rescate durante los sucesos de 9/11

En México, después del terremoto de 1985, encabezaron junto con otros grupos especializados el rescate de cientos de personas. De la mano con la sociedad demostraron la capacidad de solidariad del pueblo mexicano ante la adversidad.

Foto tomada del periódico El país

Foto tomada del periódico El país

Son una figura de respeto y de acuerdo a encuestas recientes, los bomberos son a quienes más confianza les tenemos los mexicanos. Ya sabemos quiénes están en el último lugar, pero, recordémoslo: los políticos; y se lo han ganado a pulso.

Pues bien o más bien dicho: pues mal. Que quieren culpar a los bomberos por el incendio de la guardería ubicada en Hermosillo, que provocó la tragedia y con ella la muerte de 49 niños. La procuraduria del estado de Sonora consignó a varias personas, entre las que destacaban 6 bomberos, por su presunta responsabilidad al omitir revisiones preventivas. Sin palabras. Más silencio. Es indignante. Olvidemos un segundo el tema político (sólo uno); veamos qué tipo de sociedad hemos construído que permitimos (nosotros, los ciudadanos) que los bomberos sean cuestionados y posiblemente juzgados por una tragedia de la que nada tienen que ver. Somos nosotros como sociedad los que permitimos que las corruptelas del gobierno nos permitan operar negocios al margen de la ley. No es el gobieno solo, tenemos que entenderlo, pues de lo contrario nunca (nunca, nunca…) lograremos cambiar.

En nuestro país, como en la mayoría, los bomberos están integrados por asalariados y voluntarios. ¿Qué profesión más noble puede existir que ésta? Arriesgan sus vidas por las de los demás y están para ayudar en accidentes que nada tienen que ver con incendios.

Apoyemos, aunque sea de pensamiento al Heroico Cuerpo de Bomberos de Hermosillo. Comparto algunos datos de interés:

  • Protege a una población cercana al millón de habitantes, en una superficie de 400 kilómetros cuadrados
  • Tipo de departamento: combinado (pagado y voluntario)
  • Servicios: combate de incendios, responsabilidad ante material peligroso, rescate de vehículos, búsqueda y rescate ante desastres naturales.
  • 3 estaciones

HermosilloMX

En el link siguiente se podrá encontrar un artículo publicado en 1954, donde se relatan los orígenes de este cuerpo del estado de Sonora. Una de las frases señala que: «en 1908 se constituyó el Primer Cuerpo de Bomberos integrado así: Guillermo Negrete “El Bolita”; Carlos Fritzerald, “Chale” y Bernardo Alzús, “El Chanate”; percibían como salario $0.50 (cincuenta centavos) a la semana, que eran pagados por el señor Guillermo Dellanti, administrador del Salón Pathé, que se localizaba frente al Colegio de Sonora, precisamente donde hoy habita la familia Rodríguez. Todo el equipo de los bomberos consistía en 20 baldes de zinc, número 12.»

http://www.dehermosillo.org/jose_rafael/columnistas/desdeelcerro_revoltijo.html

Bomberos_hermosillo

Jueves ordinario: la inteligencia compartida

El martes pasado, en el desayuno de trabajo que se celebra semanalmente, el diálogo entre los presentes fue dinámico y en varias dimensiones. Cabe señalar que el contexto del equipo permite discutir y tomar decisiones oportunas y efectivas; me parece que cada integrante crece día a día y las aportaciones son cada vez más inteligentes; así es, sin presunciones, solo lo describo. Las dimensiones del diálogo fueron cuando menos tres: el intercambio de expresión oral (verbal y corporal); la revisión continua de las blackberrys (hubo un par de mails entre los comensales que se respondieron antes de que acabáramos el café); y el natural silencio y pensamiento continuado: ése que guarda las ideas y espera otro momento para compartirlas. El desayuno es un ejercicio claro para desarrollar la inteligencia del grupo, la inteligencia compartida que el escritor español José Antonio Marina analiza en su libro “El vuelo de la inteligencia”.

Pues bien, que el pueblo alemán mostró falta de inteligencia durante la época del nacionalsocialismo que detonó la segunda guerra mundial. El pueblo español –en palabras de Marina- demostró primero estupidez en su guerra civil y después inteligencia al salir de su dictadura. Nosotros como pueblo, como grupo de personas somos muy poco inteligentes. ¿Somos concientes que destacar en lo individual al resolver algún problema técnico no es suficiente para ser inteligente? ¿Somos concientes que para poder desarrollarnos y aspirar a más inteligencia es necesario que nuestro vecino también crezca, que el grupo lo haga? ¿Somos concientes de que solo participando y colaborando en equipo podremos tener de regreso algún beneficio? ¿Somos concientes que por muchos años nos hemos comportado –como país- de una manera bastante estúpida? ¿Alguna de estas preguntas tiene un sí por respuesta? ¿Incluyendo a la última?

Recomiendo ampliamente el libro. Es muy divertido y fácil de leer. No hay historias ni monitos, pero sí conceptos muy claros y un esfuerzo claro del autor por regalarnos un viaje didáctico por nuestra mente y nuestro corazón. Este filósofo ha encontrado que transmitir ideas complejas debe ser necesariamente con el siempre efectivo método de la comunicación directa y sencilla. Sencilla que no simple; sencilla para comprender y destrabar lo complejo. Con una gran prosa que fluye como el río nos permite ir desarrollando nuestra inteligencia; ya en el prólogo escrito por Margarita Rivière nos anticipaba que al terminarlo uno sería más inteligente. No hay duda. Lanzo el reto a mis amigos de leerlo y sentirse un poco más inteligentes; sí, un poco más de lo que ya somos; el impacto positivo en sus grupos familiares, laborales, y recreacionales será –lo aseguro- casi inmediato.

Para no dejar, a continuación citaré las ideas que más me gustaron del capitulo “La inteligencia compartida”. Antes de hacerlo solo quiero resaltar que al ser animales sociales, nuestra inteligencia solo puede desarrollarse en grupo; no solos; también es importante distinguir que resolver ecuaciones en la soledad y no poder mantener relaciones sociales hace de seres así poco inteligentes. Vamos pues con las citas:

–          “Ningún hombre solo habría podido inventar el lenguaje”

–          “La autonomía personal solo puede construirse dentro de un proyecto social”

–          “La inteligencia de un grupo puede definirse como la capacidad de mejorar o empeorar los resultados individuales”

–          “Una de las demostraciones más evidentes de la inteligencia compartida es su capacidad de integrar metas conflictivas”

–          “Yo soy yo y mi circunstancia; y si no se salva mi circunstancia, no me salvo yo” (Esta es del filósofo también español Ortega y Gasset)

–          “Trabajar en equipo, con una visión compartida, exige desarrollar destrezas intelectuales y afectivas”

Paremos,  si no, es posible que alguno se sienta satisfecho y no salga corriendo a comprar el libro. Ojala sean los menos, amigos míos. Aprovecho, ya que estoy un poco emocionado, para enviar un afectuoso saludo en esta bella noche de jueves.

Jueves ordinario: el voto y su inutilidad de primer nivel

Hace una década que trabajaba en un área de capacitación, tratábamos de difundir que el entrenamiento de los empleados no era un fin en si mismo, sino un medio. Que su objetivo era mejorar el desempeño de los empleados y, por tanto, contribuir a los resultados de la empresa. Recuerdo cómo muchos nos veían con escepticismo, cuestionando qué método íbamos a utilizar para medir el impacto. Para contestar esta interrogante y para demostrar que efectivamente existía una liga directa entre la formación y el estado de resultados, me especialicé en consultoría del desempeño.

Pues bien. Se ha desatado todo un debate en torno a si los ciudadanos –para demostrar  nuestra inconformidad contra la política actual y sus protagonistas- debemos votar o no. Hay una oleada de personas que se están pronunciando por no votar y con ello respaldan  una contracampaña: la de la abstención; que los puristas dividen en abstenerse de hecho (es decir, no ir a las urnas) y en anular el voto (es decir, ir a las urnas, pedir la papeleta y marcarla de tal forma que los funcionarios de casilla declararen inválido ese voto). La verdad es que esta contracampaña es bastante inútil, carece de un fundamento conceptual y mas bien raya en un berrinche ciudadano generalizado. La causa que provoca y alimenta este debate es confundir el fin con el medio. El voto es un medio, no un fin.

Así, los cánones de la consultoría del desempeño basan su metodología en un razonamiento de causalidad y lo llevan a la acción clasificando qué palancas es necesario mover para mejorar los resultados de una empresa. En todos los casos es necesario un programa de formación (que normalmente incluye conocimientos habilidades y/o actitudes) que logrará que las personas sean los protagonistas de las mejoras que la empresa deberá aplicar; también en todos los casos hay que mejorar los sistemas de administración y las herramientas (tecnológicas y no) que la empresa utiliza para gestionar sus resultados. El objetivo –a todos les queda claro- es mejorar los resultados de negocio; pocos o muy pocos (aunque siempre unos cuantos despistados) consideran que la formación es el objetivo en si. Aunque sí uno de los factores críticos, toda vez que el capital humano –aunque sea trillado, pero no por eso falso- es el principal activo de una compañía.

Pues bien. El fin de las elecciones (y por tanto del voto individual) es contribuir a mejorar el bien común. Parece que me estoy azotando (jalando de los pelos diría alguno, aunque eso es muy improbable), pero no, ése es o debería ser el objetivo de las elecciones: seleccionar a los “mejores” políticos, confiando en que éstos estarán interesados genuinamente en los ciudadanos. Pero no es así. El voto y las elecciones se han convertido prácticamente en el único intercambio que existe entre ciudadanos y políticos. Por ello, pareciera ser que es un fin en si mismo; y por ello, varios despistados (muchos diría) confían en que no ejercer este derecho o ejercerlo incorrectamente tendría alguna utilidad. La esperanza (irracional, me parece) es que los políticos se sientan amenazados por la indiferencia de la sociedad. La apuesta gira en torno a que si la abstención fuera significativamente baja e incluso tan baja que se anularan las elecciones, los políticos se sentirían tan amenazados que reformarían los esquemas actuales que han convertido a nuestro país en una oligarquía política, denominada partidocracia. Pero no será así, pues existe todo un aparato de redes sociales y políticas que garantizarán que los votos duros (corporativos y clientelares) sean suficientes para legitimar el ejercicio democrático. Entonces, ¿de qué serviría abstenerse? Pues de nada, mas que para generar un espacio de desahogo colectivo; muy parecido al del niño que –al enojarse con su mamá, incluso de manera justificada- va a dormirse sin cenar: se abstiene de comer, pretendiendo que así castiga a sus padres (ja!).

Regresando al apasionante mundo de la consultoría. La capacitación es un requisito en las empresas para garantizar un desempeño mínimo. Este desempeño (o la capacidad de ejecutarlo) al acompañarse de una estrategia, esquemas de administración y herramientas adecuadas, permitirán que la empresa –como un todo organizado y persiguiendo un fin común- pueda alcanzar los objetivos que se ha planteado, casi siempre financieros. Aún así, normalmente los que están a cargo de la capacitación no son capaces de hacer realidad estas ligas y cometen el error de evaluar la utilidad de este esfuerzo (el de la formación) de una manera incorrecta. Los principales errores en estos casos es evaluar qué tanto aprendieron los alumnos o qué tan cómodos estuvieron en las aulas o qué tan agradables fueron los materiales interactivos. Pocos programas están relacionados con lo que sucederá de vuelta en el trabajo y cómo esa capacitación impactará su desempeño en su trabajo y por tanto en contribuir a los resultados. Para terminar este subtema. Un programa de capacitación exitoso debe contemplar cuando menos 3 niveles: 1. Aprendizaje (adquisición de conocimientos y desarrollo de habilidades), 2. Desempeño (mejora en el ejercimiento de las funciones) y 3. Resultados de negocios. Es claro que si se concentra en el nivel 1, sin buscar un impacto ulterior, la capacitación será inútil

Así y sin pretender que deba ser igual, aunque sí utilizar un esquema similar, la política mexicana debería trascender a las elecciones, contemplando cuando menos 3 niveles: 1. Participación ciudadana en las elecciones (medido en votos válidos y porcentaje de no impugnaciones), 2. Desempeño de los funcionarios (evaluado por el apego a sus funciones, por ejemplo en aplicar los recursos de un municipio o ejercer la autoridad y resolver denuncias, … etc. Hay cualquier cantidad de ejemplos muy prácticos) y 3. Mejora del bienestar de la sociedad (para lo que también existen múltiples indicadores, desde los de salud, pasando por los de seguridad y al final –para no ser muy pretenciosos- los de desarrollo económico). Pero este plano mental no lo tenemos. Por ello, nos quedamos en el primer nivel y sobre de él giran nuestras propuestas y se concentran los debates. Ahí, donde el voto o no voto es inútil por si solo y pierde su objetivo intrínseco de ser solo un medio para legitimar el poder y, por tanto, garantizar cierto orden social, evitando la violencia.

______________________________________

Nota tragicómica:

  1. Lo más irónico de todo este asunto es que apenas hace unos años, luchábamos enardecidamente para alcanzar un sistema de elecciones confiable. Ya que lo tenemos, queremos echarlo por la borda.
  2. Aunque esta conducta no es contradictoria, pues esa lucha partía de la misma premisa equivocada: que las elecciones (y el voto) iban a ser suficientes para que el país progresara.

Jueves ordinario: la generación X

El sábado pasado, un amigo de mi cuñado nos planteaba su nueva idea de negocios. Se trata de mejorar el «ligue» entre dos personas: hacer una conexión amorosa utilizando el celular. No voy a quemar la innovación, porque está buena la idea y es probable que en el corto plazo la veamos hacerse realidad; incluso, es posible que ya se esté cocinando en las áreas de tecnología de alguna empresa. Mi única objeción es que está pensada para la generación X y no para la generación del Milenio.

 De acuerdo con algunos estudios (principalmente estadounidenses) existen hoy en día cuatro generaciones que conviven en los ambientes laborales.

  1. Veteranos
  2. Baby boomers
  3. Generación X
  4. Generación Y o del Milenio

Las clasificaciones más aceptadas son por fechas de nacimiento en Estados Unidos, por lo que en México su aplicación podría ser diferente, pues acá en los 70s -por solo citar un ejemplo- no sucedía lo mismo que allá, ni de broma. Pero en términos generales, me parece que puede aceptarse como válida para nuestro país. Veamos su clasificación y algunas características, de acuerdo a un artículo de este mes de la revista Gestión titulado «Del conflicto a la acción».

  1. Veteranos: 1945 y antes. En busca de su retiro.
  2. Baby boomers: 1946-64. Jerárquicos, competitivos, idealistas y ambiciosos.
  3. Generación X: 1965-1980. Quieren más tiempo con sus hijos y trabajar menos. Escépticos, individualistas, informales y creyentes en la meritocracia.
  4. Generación Y o del Milenio: 1981 y posterior. Fuertes lazos con sus comunidades reales y virtuales. Pragmáticos, irreverentes, colaboradores. Buscan un equilibrio entre su vida personal y la laboral.

Una de las grandes reflexiones del artículo referido es que la falta de número y talento de la generación X generará problemas para que en 2010 se cubran exitosamente las vacantes de los puestos directivos de las empresas de Estados Unidos que dejarán los Veteranos y los Baby boomers

Demográficamente, la generación X es menos numerosa que los Baby boomers en Estados Unidos. La generación X, además, no es apreciada por las generaciones anteriores. Se le ha denominado la generación Perdida o la generación de la Apatía. De acuerdo con un artículo de Wikipedia, en España (y también en México, sobretodo los nacidos en los 60’s altos y principios de los 70’s) no han sido muy exitosos en términos laborales, comparten departamente con amigos, no tienen relaciones estables, ni hijos; aunque están mejor preparados que sus jefes, estos últimos los ningunean y no aprecian sus habilidades por el manejo de la computadora (por ejemplo). Es la generación que debería ocupar los puestos directivos de los siguientes diez ó quince años. ¿El mercado financiero habrá notado este factor y por ello ha reaccionado tan violentamente?

Hipótesis: Se retira el Baby boomer y al ver que su puesto será ocupado por un integrante de la generación X, vende las acciones de su compañía y evita gastar más. Impacto: se deprime el mercado accionario y se debilita el ciclo virtuoso de la economía al disminuir el consumo. ¿Cómo se sentirá? Como si entráramos en un tobogán con vueltas espectaculares. «¡Aaaaaaaaaayyyyyy!», gritaba hace un par de meses en un parque de Tampa Bay cuando bajaba por el tobogán a toda velocidad y en completa oscuridad.

Concluyendo. La generación X a la que pertenezco por fecha de nacimiento está integrada también por muchos de mis amigos y compañeros de trabajo. ¿Qué tanto me identifico con ella? ¿Me gusta pertenecer a esta generación? Me queda claro que no, sobretodo cuando hablan de nosotros de manera despectiva: somos complicados y desconfiados; nos cuesta mucho trabajar en equipo y la palabra cooperación es un concepto solamente. Tiene mucho de cierto y si no modificamos algunas conductas con agilidad, la generación del Milenio nos va a comer el mandado. El problema es que habrá un espacio de tiempo con falta de directrices y consecuentes inestabilidades financieras y solo nosotros seremos los responsables. ¿Somos concientes de ello? Creo que no.

___________________________________________

Notas:

  1. ¿Alguien disfruta las películas estadounidenses de los 60’s, donde el american dream era el centro y el highschool se trataba de jugar fútbol americano y usar chamarras o pompones para ligar? Yo también.
  2. Por cierto que la generación del Milenio también es conocida como «Echo boomers» en clara alusión a que es parecida a los Baby boomers; de hecho esta generación cambió su nombre, pues originalmente era la generación Y, lo que la vinculaba con la generación anterior; y claro que esto no les gustaba.
  3. Es decir, la generación X no es apreciada ni por la generación de arriba, ni por la generación de abajo y además entre  nosotros actuamos de manera egoísta y nos nos gusta cooperar. ¡Enhorabuena!
  4. Respecto a la idea innovadora de Poncho y por lo que no va a jalar en la generación del Milenio, es que sus integrantes no necesitan un «empujoncito» para acercarse a platicar y menos para saber de manera genuina qué opinan de ellos. Preguntan y esperan que se les responda directamente. Pero eso no quiere decir que no pueda hacerse millonario con la generación X, pues este tipo de servicios los aprecia por su inseguridad.
  5. En cuanto a tecnología, la generación X es la de la transición; fue la que empezó a utilizar con mayor intensidad herramientas electrónicas personales (desde la PC y el Atari hasta el i-phone y el Playstation); sin embargo no fue hasta que la generación del Milenio apareció con mayor fuerza que se desarrollaron las redes sociales virtuales como el Facebook. Los integrantes de la generación X se han subido a ese mundo, pero ni lo crearon ni lo viven con la intensidad de la nueva generación. Aunque no nos guste.