Jueves ordinario: el instante

Despertador«Cinco minutos más», pensé al apagar el despertador a las cinco y media de la mañana. Me acomodé dentro de las sábanas y solté aún más las piernas. Busqué el calor de mi esposa y me dormí nuevamente. Desperté cuando Bruno ya se iba a la escuela, poco antes de las siete. «Ni modo, será mañana», me dije al salir de la cama.

Fue un instante. Cada día, solo un instante. Ese que determinó -por recurrencia- que hoy me encuentre atrapado a un respirador automático y con un tumor que probablemente es cancerígeno. Poco a poco dejé de hacer el esfuerzo y finalmente opté por ajustar la hora del despertador a las siete de la mañana. La falta de de carácter me llevó a un círculo vicioso (literalmente), donde tomaba mucho café y fumaba como chacuaco, aún ante la publicación de la ley de no fumadores. Tengo 51 años y es muy probable que éste sea el último para mí.

Mi esposa está en la plenitud de su vida, mis hermanas son tan sanas como siempre y todavía viven mis padres. Lo que más me duele es que Bruno está empezando a vivir y tiene todo por delante a sus 20 años. No lo veré graduarse, ni casarse. Nunca conoceré a mis nietos. Y tampoco estudiaré el doctorado en filosofía que planeé para mi retiro. De hecho, mi retiro será total. Me faltará tiempo para demostrarle a Paty todo el amor que siento por ella. Inlcuso en estos meses será difícil pasar momentos plenos, pues en sus ojos he visto tristeza y compasión. No amor.

Perdí mi libertad al empequeñecer mi capacidad de decisión. El estímulo del despertador me invitó todos los días a procurarme una vida sana. Pero mi reacción negativa fue convirtiéndose en hábito y dejé de creer que la decisión podría haber sido diferente. Por eso cambié la hora de la alarma. También -por mi falta de libertad- bebí tanta cafeína y prendí automáticamente el antecedente de mi enfisema pulmonar. Es muy triste recordar que lo sabía. Tan lo sabía, que uno de esos días me senté a escribir sobre mi futuro, augurando un camino tenebroso y un final prematuro y trágico.

¿Por qué no me escuché entonces? ¿Por qué no me convencí que esos instantes efectivamente eran esenciales para mi vida? Los ignoré concientemente y con ello fui marcando día a día este momento amargo. Este instante que lo único que me permite es identificar la hora exacta en que me perdí.

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Notas desde el presente:

1. Llevo tres semanas muy irregulares en mis sesiones de trote.
2. He regresado al cigarro e incluso hoy por la tarde compré una cajetilla.
3. Mañana por la mañana, tendré la oportunidad de enfrentarme a este instante. Con la gran fortuna de hacerlo completamente sano.

Jueves ordinario: el ecplise

Eclipse solar 11 Jul 1991Fue el jueves 11 de julio de 1991. Eclipse solar total registrado en la ciudad de México y que pudo apreciarse en otros 19 estados de la República Mexicana. Dado que este fenómeno se presenta cada 18 años y 11 días, el evento no pasó inadvertido en el país. Varias semanas antes, el gobierno difundió anuncios en la radio y la televisión, explicando en qué consistía y recomendó utilizar ciertas herramientas para que la experiencia estuviera fuera de riesgos: desde un filtro especial diseñado para el eclipse hasta una herramientas casera que podía captar la sombra que se produciría con el avance de la luna sobre el sol. Se repartieron trípticos y aprendimos nuevas palabras como retinitis (padecimiento provocado por ver al sol directamente por un periodo largo de tiempo).

Ese día recordé lo que años antes un compañero de la primaria afirmaba que sucedía al ver al sol por mucho tiempo: «que justo antes de quedarte ciego, ves a dios». Raro. El comentario, no Paco Castro quien por cierto siempre fue muy estudioso y presumía de ser muy rápido al correr.

Regresando al jueves del eclipse. Mis tíos Salvador y Maru organizaron una comida en su rancho del Ajusco al que asistimos decenas de invitados. Como siempre, fueron unos excelentes anfitriones procurando que todos nos sintiéramos bien atendidos. Recuerdo unas coronitas bien frías antes del anochecer y un par de cubitas al amanecer. Durante ese verano trabajé para mi tío Toño en Simpson autoboutique,  negocio dedicado a vender e instalar estéreos y bocinas principalmente. Ese día salimos temprano en su mustang azul y ya no regresamos a trabajar.

La experiencia fue increíble. Por unos minutos quedamos en una oscuridad muy especial y el silencio inundó el murmullo previo. Bajé la mirada hacia las personas y pensé que jamás olvidaría ese momento. Ahí estábamos a la expectativa, sin saber bien a bien cómo iba a ser la dinámica. Fue muy rápido y de pronto todo había acabado. Unos lo pasaron literalmente de noche. Lo corroboré al intercambiar algunos comentarios en el nuevo día.

 

Eclipse lunar

 

Pues bien, ayer hubo un eclipse lunar completo. Se registró un poco de alboroto en la ciudad e incluso se colocaron 80 telescopios en el Zocalo. Pero -desde mi punto de vista- no se comparó para nada con lo sucedido hace casi 17 años. Por varias razones, unas obvias desprendidas de la física y otras no tan obvias, desprendidas de la física y sobretodo de la metafísica.

Veamos. Los eclipses lunares se consideran fenómenos objetivos y para los observadores son iguales y únicos. Lo primero implica que el objeto eclipsado es la luna y lo segundo significa que todos los observadores lo ven al mismo tiempo y lo ven de la misma manera. Basta la descripción de una sola persona para reflejar lo acontecido el día de ayer.

En contraste, los eclipses solares se consideran fenómenos subjetivos y para cada observador son distintos. Lo primero implica que lo eclipsado es el sujeto. Lo segundo se explica por la rotación de nuestro planeta, que provoca que la zona eclipsada se vaya desplazando por la superficie de la tierra. Así,  el fenómeno apunta al sujeto y es diferente para cada observador. No basta con la opinión de una sola persona para describir el fenómeno, pues se presenta en diferentes momentos y desde puntos de vista distintos.

En este sentido, puede inferirse que los eclipses de sol son una confirmación de la teoría de la relatividad, mientras que los eclipses de luna contribuyen a percibir al mundo como objetivo y de fácil de aprehensión.

Como apunte final. Los asuntos científicos pertenecen principalmente a los métodos objetivos de conocimiento, mientras que los sociales y políticos dependen más del sujeto. He ahí una explicación de las grandes complicaciones que representa comprender lo que sucede y ha sucedido en nuestra sociedad. Ni qué decir de la complejidad de disciplinas enfocadas en el sujeto, como la filosofía.

 

Simulación eclipse solar 2009

Simulación del eclipse solar total que se presentará el 22 de julio de 2009

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Este post está dedicado a mis tíos Toño, Maru y Salvador, de quienes he recibido su apoyo en todo momento.

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Protegido: La plenitud en un círculo

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Jueves ordinario: la confusión

Tu amabilidad me confunde”, me dijo por la mañana un compañero del área de Recursos Humanos, complementando una broma que hacíamos sobre la aportación de valor de algunas áreas internas. Con una experimentada mano izquierda, este colega logra dar un natural a cualquier embestida (sea peligrosa o no) y desviar con elegancia el rumbo del astado, levantando risas mutuas que bien podrían ser aplausos antecedidos por un profundo ooole … 

Caos 

La frase contiene una sabiduría popular con aplicaciones circunstanciales y -si la modificamos ligeramente- podría generalizarse en una verdad clara y concreta (como diría nuestro amigo Descartes). Tomemos pues: El mundo me confunde. 

Debo advertir -antes de continuar con esta reflexión semanal- que no es mi intención arruinarnos el jueves con un planteamiento existencialista. Por varias razones, entre las que destaca la dificultad de expresar con claridad y sencillez ideas profundas que solo son asequibles para unos cuantos hombres.  

A excepción de las ciencias exactas que son claras en si mismas, aseverar que vivimos en una confusión permanente es una verdad que difícilmente puede ser objetada. Revisemos un par de ejemplos: 

1. Voto por voto, casilla por casilla 

El 2 de julio de 2006 los ciudadanos fuimos a votar para la elección presidencial del país. La jornada fue organizada por otros ciudadanos que voluntariamente ofrecieron su tiempo y esfuerzo para garantizar una fiesta de la democracia. Hasta ahí todo claro. Conforme se fueron presentando los resultados preliminares en la prensa y en la página oficial del IFE empezó a fraguarse la gran confusión que a 18 meses sigue sin aclararse.  

Que si llegaron primero las casillas que favorecían al PAN, que sí hubo errores de conteo, que el fraude cibernético, que el de la antigüita, que … bueno. Los políticos lograron confundir a gran parte de la población y algunos seguimos confundidos 

La falta de claridad en mi caso no se refiere al ganador; me parece que eso es incuestionable y afortunadamente para el país el Presidente empieza a consolidarse. No, la confusión que tengo está en el cambio a la ley electoral y a los cambios en el IFE. ¿Cómo es que de tener un instituto electoral ciudadanizado pasamos ahora a tener uno controlado por los partidos? Ni cuenta nos dimos y me confunde cómo es que podemos seguir haciendo estas chicanadas en el país, frente a los ojos de todos, sin más reclamos que unos leves murmullos de periodistas y empresarios que parecen defender intereses propios. 

2. El origen de la tragedia 

Los amantes de Nietzsche me juzgarán frívolo y superficial por utilizar este título para hablar nuevamente de fútbol americano. Ni modo, me aguanto. ¿En qué momento se dieron cuenta los Gigantes de Nueva York que podían ganar el Súper Bowl, o dónde estuvo la confusión en las apuestas de Las Vegas, donde situaban a los Patriotas de Nueva Inglaterra con 12 puntos de ventaja? 

Para el primer cuestionamientos aventuro mi hipótesis de análisis estrategia – ejecución: se dieron cuenta en el momento en que Brady no tenía movilidad (ejecución disminuida) y que tampoco había imaginación en su ofensiva (estrategia sobreestimada). Sin embargo, todo el juego los seguidores de los Patriotas estuvieron confundidos con esto y pensaban sinceramente que el SB XLII sería para los de Nueva Inglaterra.  

El segundo cuestionamiento consistió en el estupendo manejo de prensa tanto de Bellichick como de Brady, pues nunca se filtró qué tan mal estaba el tobillo del QB. Así, confundieron a millones de espectadores y apostadores. En el mundo financiero, la SEC los hubiera multado por manejar información falsa. En la NFL, sin embargo, es legal manejar la información que mejor convenga para tratar de intimidar al rival.

Y aunque no esté demostrado el juicio que emitiré enseguida, podemos afirmar (solo por el placer de debatir sobre temas ligados más al ocio que al negocio) que la confusión es una condición natural al ser humano. Existe el caos, no el orden, principalmente en las relaciones humanas y en las disciplinas sociales alejadas de la ciencia exacta. Nuestra mente nos permite (y tal vez nos empuja a) clasificar ciertos eventos y el método de aprendizaje innato ordena esos fenómenos que percibimos. Lo interesante surge, cuando ese orden artificial se modifica intencionalmente para confundir y engañar. ¡Bravo! ¿Quién traía la mula de treces en el dominó? ¿O la jugada de engaño que deja solo al receptor? ¿O la selección de la persona ideal para el puesto que jurábamos que no contrataríamos? Ordenamos y desordenamosCon esto, tenemos para vivir miles de años más sin aburrinos. El reto es identificar bien (sin confundirnos) en donde es válido hacerlo.

Jueves ordinario: la tolerancia

Por favor no olviden enviarme sus objetivos”, recomendé a mi equipo hace unos días para cerrar los compromisos del año. El viernes por la mañana revisaremos los planteamientos y también definiremos acciones que nos permitirán mejorar nuestra calidad de servicio. 

También dentro de la empresa se están llevando a cabo reuniones de planeación en los primeres niveles directivos: afinando los cómos y precisando estrategias de mediano plazo, más que definiendo los qués, pues estos últimos se acordaron desde hace varios meses e incluso años en temas fundamentales. Este esquema de trabajar es natural en el Banco y cada vez son más lejanos aquellos estilos de dirección poco claros en la definición del rumbo y deficientes en la gestión de los resultados.

En nuestra empresa, como en muchas más del país, sabemos que las condiciones macroeconómicas no son las ideales y que el primer semestre podría ser en particular un poco lento en términos de mercado, pero esta situación solo nos compromete más con la efectividad de nuestras funciones.  

Así, mientras los sectores no productivos de la sociedad pierden el tiempo criticando a otros y lamentándose de su mala fortuna, en la industria de a de veras (que sí existe en México y que además se extiende desde las corporaciones hasta las pequeñas y micros empresas) estamos chambeando: buscando ganar el terreno estrecho que algún competidor no pueda aprovechar y luchando también para mantener nuestro trabajo o los ingresos que mantengan funcionando a nuestras empresas. Pocos empresarios están a la expectativa de que el gobierno aplique algún tipo de políticas milagrosas del pasado, pues nos hemos acostumbrado a generar valor con acciones propias, no con “regalos” del Tlatoani en turno. Para este sector productivo esos tiempos de corporativismo clientelar van alejándose a pasos agigantados. 

Entre los que no producen nada se codean líderes sindicales, líderes agrarios, políticos (no todos, pero sí muchos), aviadores (públicos y privados) y muchos otros pachucos que añoran el pasado, pero que sobre todas las cosas aborrecen al trabajo. En las palabras sabias de mi gran amigo y mentor, Rogelio Montes de Oca: “hacen todo lo que no tienen que hacer para no hacer lo que le tienen que hacer”. Estos huevones (para mantener el sano hábito de llamar a las cosas por su nombre) en complicidad con esquemas permisivos todavía existentes son los que obstaculizan el progreso de nuestras empresas, familias y sociedad. 

A estos personajes indeseables los encontramos por doquier. Es el vecino enfundado eternamente en sus pants que vive de las rentas del padre o del sueldo de la esposa. El compañero de trabajo que habla mucho, dice poco y hace menos. ¿Ya lo vieron? Sí, nos hace reír y hasta bromeamos acerca de él. Pero los toleramos. El mal jefe que es servil con su superior y tirano con su equipo. El líder agrario que acarrea cientos de tractores hacia la capital. El policía mordelón y también el fayuquero y el distribuidor de enervantes. Los seguimos tolerando y pareciera ser que no es posible romper este círculo vicioso. 

Sin embargo, aunque no se note a simple vista, somos más los comprometidos con la productividad y la legalidad. Está el compañero de trabajo efectivo y honesto; el vecino que coordina la seguridad de la colonia y hasta pone de su bolsa para pagarle al jardinero; el político profesional con vocación de servicio que implanta políticas exitosas; y también el policía que enfrenta a los delincuentes sin más ambición que el de cumplir con su trabajo. Además, el jefe ejemplar, ambicioso en sus objetivos pero igualmente comprometido con el desarrollo de su equipo y el comerciante honrado que pronto también pagará impuestos. Existen estas personas entre nosotros y estoy convencido que somos más, muchos más los de esta estirpe. Reconozcámonos y hablemos entre nosotros; busquemos empatar nuestros convencimientos y llevémoslos a nuestras familias y a nuestros equipos de trabajo. El primer gran paso sérá acordar que ya no toleraremos a personas improductivas o fuera de la ley que afectan nuestro entorno y por ende nuestras vidas.

Casi sobra señalar que esta llamada a la intolerancia se reduce a los huevones y a los delincuentes.  Hay que distinguirlos, dándoles un trato diferenciado no incluyente que provocará -en primera instancia- que no se sientan cómodos dentro de nuestra sociedad: pues los señalaremos como la principal causa de nuestra falta de progreso. En paralelo, es necesario distinguir a quienes más aportan, reconociéndolos con beneficios tangibles; dentro de las empresas es relativamente fácil hacerlo con sueldos y prestaciones superiores. En la política, como sociedad contamos con las elecciones que -si bien limitadas- son una buena herramienta para distinguir a los que hacen mejor las cosas. Y en las familias es necesario regresar a nuestros valores fundamentales, donde no compramos discos pirata y premiamos a los hijos que van mejor en la escuela (por citar solo un par de ejemplos). En cuanto apliquemos acciones de este estilo, emergerá en el país -como por obra de una mano invisible- algo que los mexicanos mostramos de manera natural en ambientes propicios: la productividad.

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Nota al margen: El sueño americano perdura  

ManningEl domingo pasado, Eli Manning, QB de los Gigantes de Nueva York, fue nominado como el jugador más valioso al liderar a su equipo a la conquista del Super Bowl XLII, contra todos los pronósticos existentes. El año pasado fue su hermano, Peyton Manning, QB de los Colts de Indianapolis, quien ganó el MVP del SB XLI. ¿Cómo se sentirá su padre, Archie Manning, QB de los Santos de Nueva Orleáns en la década de los setenta principalmente? ¿Cómo al ver que él los guío hacia este camino que los ha conducido al máximo logro de la NFL? 

¿Qué ejemplos tenemos a la mano en el país para fomentar la existencia de un sueño mexicano? Pocos y mal difundidos ¿Qué concepto hemos construido para impulsar un “sí se puede” que no sea hueco? Ninguno. Y mientras no lo hagamos, seguiremos fomentando la migración de millones de mexicanos que legítimamente buscan algo mejor para ellos y sus familias. Y nadie los va a detener. Más vale pues, que empecemos a construir historias de éxito que premian la productividad y la legalidad.