Jueves ordinario: la visión

Valero Gas Sation

Como sabemos, el 18 de marzo de 1938, el presidente de México, Lázaro Cárdenas del Río decretó la expropiación de las industrias básicas, entre las que destacaba el petróleo. Acto seguido, nació la que continúa siendo la empresa más grande del país: PEMEX. Las condiciones estructurales de esos años -incluyendo el preámbulo de la segunda guerra mundial y la debilidad de las empresas extranjeras que explotaban el petróleo en México, entre otros factores- impulsaron que esta decisión estratégica del país fuera no solo celebrada, sino un acierto económico y político que cimentó el desarrollo del México post-revolucionario. Setenta años desde entonces.

Hace casi diez años un conocido muy cercano (del que me reservó su nombre) estaba preparando su tesis y le sugería a su revisor que el principal factor para sanear financieramente a PEMEX era reformar a la empresa, privatizándola. Así, sin medias tintas. Le hicieron saber que era inadmisible que en la UNAM se presentara una tesis que planteara tal propuesta. De ninguna manera, que buscara otra alternativa u otro tema. Meses después recibí un ejemplar de sus tesis, era sobre el Tequila y el Agave en México. Él es Ingeniero Químico de la UNAM y está muy ligado a la industria petrolera. Cuando he platicado con él, su visión respecto al capital privado no ha cambiado, al contrario.

Hoy por la mañana, cuando desayunaba en el Centro Deportivo Coyoacán, revisaba una nota en el periódico que señalaba que el 57% de los mexicanos encuestados están contra la reforma energética; hace un par de semanas el porcentaje de inconformes estaba en 42%. La postura parece clara y es muy poco probable que el gobierno pueda sacar una reforma que permita la inversión privada en este sector estratégico del país; de hecho parece muy riesgoso –en términos políticos- enviar un planteamiento. Les han ganado la partida, incluso antes de tirar la primer ficha.

Más allá de los mítines populistas del PRD o de la negativa del ala “dura” del PRI, el mexicano común ve a PEMEX como una empresa mexicana que fortalece la soberanía del país y que contribuye a generar riqueza. No queda muy claro qué lo motiva a defender a capa y espada esta creencia, toda vez que la paraestatal está prácticamente en quiebra desde hace años y su futuro no es prometedor. No ha invertido, por lo que sus refinerías son obsoletas y las alternativas en nuevas tecnologías de energía tampoco se han desarrollado en el país. Los flujos de esta paraestatal han servido principalmente para mantener a la clase política.

Hace unas semanas manejé cientos de millas por el sur del Estado de Texas, con el gran beneficio de poder elegir en qué estación de gasolina llenar el tanque de la camioneta. Así, mientras transitábamos por la carretera 37, elegí pararme en la estación Valero, contra la Exxon Mobil, que se ubicaba en contra esquina. Más adelante, otra vez Valero; esta vez la elegí en lugar de Chevron Texaco. De regreso, incluso sobre la gasolinera del Sam´s Club. Galones de a galón y márgenes orientados al mercado; es decir, si sube el petróleo, sube la gasolina; y viceversa. En México, el movimiento del precio de la gasolina es mas bien aleatorio: baja el petróleo y el precio sube; sube y sube; depende de las finanzas públicas del país.

Valero Energy Corporation es una empresa fundada en 1980, en San Antonio Texas. En 2006 registró ingresos por más de $90 billones de dólares y $5.5 billones en utilidades, con 21 mil empleados. Sobra señalar que es la número 16 en el ranking de la revista Fortune 500 y que su rentabilidad es infinitamente veces mayor que la de PEMEX (lo del infinito aplica correctamente, pues comparamos números negros contra rojos). En solo 28 años ha desarrollado un imperio energético y compite de tú a tú con las empresas energéticas más grandes del mundo. Efectivamente, tiene una administración institucional y gobierno corporativo del que los funcionarios de PEMEX ni imaginan qué significa.

No cabe duda que nuestra visión como país es muy limitada. Podríamos mentirnos, diciendo que no es ni mejor ni peor, solamente diferente. Sin embargo, atreverse a menitir con tal descaro, es una habilidad que solo los políticos mexicanos pueden desempeñar. Mienten y lo triste es que convencen a la mayoría de los mexicanos. ¿Cuándo despertaremos?

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Notas al margen:

  1. Valero Energy cuenta con 17 refinerías y más de 5 mil puntos de venta, con diferentes marcas, incluyendo el de Valero. Su fundación en 1980 es el resultado de un spinoff de Coastal States Gas Corporation, con un respaldo financiero muy importante. Su nombre se tomó de la Misión San Antonio de Valero, fundada en 1718, donde inició la ciudad y que se conoce en el mundo como El Alamo. Página web: http://www.valero.com/

  2. Recomiendo amppliamente una novela histórica muy reconocida que relata el antecedente de la expropiación es “México Negro”, escrita por Francisco Martín Moreno. 
  3. Fracciones del texto leído por el Presidente de la República, General Lázaro Cárdenas, en Palacio Nacional el 18 de marzo de 1938, decretando la Nacionalización de la Industria Petrolera en México:  “Las compañías petroleras, no obstante la actitud de serenidad del Gobierno y las consideraciones que les ha venido guardando, se han obstinado en hacer, fuera y dentro del país, una campaña sorda y hábil que el Ejecutivo Federal hizo conocer hace dos meses a uno de los gerentes de las propias compañías, y que ese no negó, y que han dado el resultado que las mismas compañías buscaron: lesionar seriamente los intereses económicos de la nación, pretendiendo por este medio hacer nulas las determinaciones legales dictadas por las autoridades mexicanas. Se trata de un caso evidente y claro que obliga al Gobierno a aplicar la Ley de Expropiación en vigor, no sólo para someter a las empresas petroleras a la obediencia y a la sumisión, sino porque habiendo quedado rotos los contratos de trabajo entre las compañías y sus trabajadores, por haberlo así resuelto las autoridades del trabajo, de no ocupar el Gobierno las instituciones de las compañías, vendría la paralización inmediata de la industria petrolera, ocasionando esto males incalculables al resto de la industria y a la economía general del país.Las compañías petroleras han gozado durante muchos años, los más de su existencia, de grandes privilegios para su desarrollo y expansión; de franquicias aduanales; de exenciones fiscales y de prerrogativas innumerables, y cuyos factores de privilegio, unidos a la prodigiosa potencialidad de los mantos petrolíferos que la nación les concesionó, muchas veces contra su voluntad y contra el derecho público, significan casi la totalidad del verdadero capital de que se habla.Planteada así la única solución que tiene este problema, pido a la nación entera un respaldo moral y material suficiente para llevar a cabo una resolución tan justificada, tan trascendente y tan indispensable.

Jueves ordinario: la doctrina

Espada Doctrina Marx“A mi lo que me alumbran son las lámparas”, bromeó mi compañero de banca del catecismo. Asistíamos con mis primos Sánchez todos los lunes a la iglesia de “La Bola” ubicada en la colonia Guadalupe Inn, en la ciudad de México. Mi carcajada -fuera de lugar- provocó que la maestra catequista inmediatamente tomara acciones correctivas, por lo que el siguiente mes pasamos esa hora y media con niños más pequeños. El compañero ocurrente se refería a la frase solemne del sacerdote respecto a que el Espíritu Santo nos iluminaría para lograr satisfactoriamente los objetivos de ese otoño de 1979. La doctrina empezaba a las cuatro de la tarde y se extendía hasta las cinco y media e incluso hasta a las seis. Salíamos en un mismo coche siete primos y dos mamás que relataban sus incidencias con otras mamás.

No recuerdo mucho esos cursos, pues la doctrina era vacía. Nos hacían repetir una y otra vez oraciones que aprendimos de niños y también cantábamos letras católicas, alabando a Jesucristo y dando gracias a la Virgen y demás Santos. La verdad es que a mis ocho años con mucho trabajo entendía el objetivo de asistir con esa comunidad a reafirmar nuestros valores. Era muy contrastante con el colegio, pues en las mañanas nos invitaban a cuestionar y a razonar, mientras que en esas tardes solo nos hacían repetir y tener fe. Siempre he creído que el fondo de la doctrina es esencialmente verdadero, pero que la forma de impartirla es anacrónica y sobretodo elimina la inquietud y curiosidad de cualquier alma ávida de conocimiento. Lo que sí recuerdo con nitidez son las donas de Dunkin’ Donuts, que nos compraban mi tía Maru y mi mamá al salir; me parece que en una sucursal ubicada en Insurgentes Sur.

Pues bien. En las semanas recientes han emergido manifestaciones destacadas de la doctrina que encabeza parte de la izquierda mexicana. Por un lado, en unos hechos lamentables (por la muerte violenta, no por otra cosa) han fallecido cuando menos cinco jóvenes mexicanos que participaban activamente con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Estos jóvenes fueron en busca de su sueño marxista, haciendo turismo rebelde en un país extranjero. Es casi un hecho que fueron adoctrinados en la UNAM, en la facultad de Filosofía y Letras. No es muy claro si dentro de las clases propias de las licenciaturas es en donde se revelan estas verdades o si la red social de la facultad promueve una evangelización para los elegidos. Lo que sí es claro es que estos pseudo-intelectuales y maestros de pacotilla están envenenando la mente de muchos jóvenes. Cerebros brillantes en muchos casos que por la adrenalina y la ingenuidad son un campo fértil para el crecimiento de ideas que alimentan el resentimiento; que invitan a la acción a través de la violencia. Contradiciendo y a la vez siendo fiel con los postulados marxistas de la lucha de clases. La semana pasada, salió el Rector de dicha facultad a defender la libertad de creencia y expresión. Lo que sin duda debe defenderse es precisamente la libertad, pero no cuando ésta  trasgrede la de los demás. Principio básico de ética de los clásicos y que también estudian en esa facultad. Aunque cuando se cree fervientemente que la acción está justificada, porque el fin es superior, empiezan los problemas. Estos jóvenes y algunos adultos un poco desubicados (o totalmente) tienen esa extraña confusión de que su lucha es la única y verdadera; creen que su calidad moral está por encima de todos los demás y por ello pueden (y deben) violentar la situación actual dominada por el capital (dígase imperialismo) para liberar a los trabajadores oprimidos. Y se lo creen completito y buscan llevarlo a la realidad. Lo peor, es que algunos lo llevan a cabo y resultan heridos o muertos en luchas casi siempre corruptas, donde el narcotráfico y el dinero son los móviles principales, no los ideales. Se combina la corrupción con la ingenuidad; se cruzan la oferta y la demanda. La primera, una doctrina social que invita a la justicia social; la segunda, el deseo irrefrenable por querer mejorar el mundo. Visto desde lejos, pareciera totalmente válido, pero al acercarse, vemos delincuentes en la oferta y jóvenes desorientados en la demanda. Combinación letal de la que lamentablemente los primeros son los que sacan provecho, los segundos -como hemos visto- pueden perder la vida. 

Por otro lado, parece renacer el personaje mexicano anacrónico por excelencia. Líder de la corriente dominante del PRD, AMLO continúa adoctrinando a sus seguidores. Utiliza el mismo método de antagonismos, donde existen dos tipos de seres humanos: los buenos y los malos. Como en el catecismo, la postura verdadera y buena por naturaleza (la suya) vencerá al mal aún ante las tentaciones que el diablo ponga delante (Calderón). Y cual niños, trata a sus seguidores contándoles historias irrisorias (para los que estamos lejos), pero que constituyen un grito de guerra para muchos de ellos. A unos les sigue comprando su lealtad (¿de dónde sale el dinero por cierto?) y a otros (los nuevos y los llenos de energía positiva) los convence con ese discurso lleno de resentimiento. Con esas ideas redentoras que sitúan sus creencias por arriba de los demás. Que los hace sentir que vale la pena invertirle tiempo y esfuerzo a “resistencias pacíficas”. Nuevamente se reúnen dos factores clave: el seductor que -con palabras llenas de erotismo- consigue que esos jóvenes ingenuos caigan en sus garras. Quienes, encantados por su discurso, ponen su mente y su espíritu al servicio del “corruptor de menores”. Casi es obvio que el único beneficiado es AMLO; podrá salpicar un par de billetes a su séquito, pero no más allá. No a la sociedad, no a la mayoría de nosotros que diario nos levantamos a trabajar para tratar de proveer una mejor calidad de vida a nuestras familias, No. Solo a él, que se ofrece como el redentor y mesías del pueblo mexicano. Él, por siempre. En este punto recuerdo a mi amigo bromista al distinguir la leyenda de las placas del DF : “La Ciudad de la Esperanza”; sin poder evitar la relación con “El Rayito de Esperanza” que personifica el tabasqueño que perdió las elecciones de 2006. Por cierto que sus detractores afirman que cambió de código postal: se mudó del departamento austero ubicado en Copilco a una casa en Bosques de las Lomas, dentro de una de las privadas más exclusivas y seguras de la ciudad. ¿Cómo explicará a sus seguidores que ha violentado su voto de pobreza y que busca seguridad para él y los suyos dentro de bardas de cuatro metros y circuitos cerrados de televisión controlados por guardias expertos?

Para finalizar. Las doctrinas, cualquiera de ellas, deben tomarse siempre con reservas. ¿Porqué poner nuestro razonamiento y natural cuestionamiento al servicio de la visión de alguien más? ¿Por qué aceptar y alimentar una creencia ciega para alcanzar un nivel superior de existencia? ¿Qué objetivo está persiguiendo quien nos invita a llevar nuestra vida de esta manera? Habrá, sin duda, algunos intermediarios que tratarán de convencernos con toda la buena intención de que son capaces, pero ¿y quién los convenció a ellos? Es claro que en las religiones más importantes de la humanidad difícilmente podremos identificar motivos mezquinos. Pero hay corrientes que no aguantan dos preguntas y descubren casi a gritos su verdadero interés. La cuestión es y seguirá siendo si -en esos momentos en que asistimos a la doctrina- hay alguna lámpara cercana que nos ilumine para que podamos ver las cosas con claridad.

Reflexión de jueves santo: contra doctrinas que invitan a la violencia.

Jueves ordinario: el cable

Paisaje autopista Matehuala a Saltillo

“¿En dónde estamos? ¿Por qué no hay casas?”, nos preguntó Bruno al despertarse y ver el paisaje. Hace apenas unos años no había autopista y la carretera brindaba un espectáculo aún más desolador. Coches y camiones cruzábamos en tres carriles: el de en medio, a veces de ida, a veces de vuelta. Los camiones más lentos, pegados al acotamiento, dejando pasar y al mismo tiempo esquivando los restos de las llantas. Tiras interminables de hule ensombrecidas por las yucas amarillentas y las montañas grises. Es la ruta que corre entre Matehuala y Saltillo. ¿Cómo será de noche? El silencio debe atrapar a cualquier alma que ose lanzar cualquier intento de ruido. La negrura de la noche debe atrapar la mirada del más soñador y la montañas deben cobijar un espacio fuera de todo tiempo. En el día y en sábado previo a semana santa, la autopista se llena de viajeros que pasamos por ahí sin dejar mas que un rastro de contaminación y unos billetes que contribuyen a que sigan abriéndose gasolineras con todo y tiendas de conveniencia. Pero nada más. 

Hace muchos años que viajábamos de norte a sur, de Saltillo a Matehuala, provenientes de Sabinas, Coahuila, me sorprendí al ver a mis primos Jorge y Aldo que sacaban la cabeza por la ventana de la camioneta para apreciar bien a las personas que pedían dinero en la carretera. Al borde, a un metro de desnivel, hundidos, niños y señoras agitaban sus brazos, extendiéndolos hacia adelante y mostrando sus palmas vacías. Miles de coches y camiones los veíamos (y seguimos viendo) y así como mis primos muchos más, aventaban monedas a esas personas pobres. Y los niños corrían detrás de las monedas que rodaban sobre la tierra y levantaban polvo seco que los ensuciaba más.  

El sistema de electricidad corre por el lado este de la carretera, por lo que para surtir de energía a las casas y negocios situados del lado oeste, se lanzan por encima de la carretera unos cables montados sobre postes de luz de concreto. La experiencia causa un poco de vértigo: se combinan los 130 kilómetros por hora de velocidad con la planicie interminable donde se extiende la autopista: un cable aparece con fuerza de vez en vez, por encima de la camioneta y por la perspectiva uno piensa que nos subiremos en ellos, para quedarnos en ese lugar inhóspito, lleno de silencio y desolación.  

El contraste del paisaje es brutal al cruzar -kilómetros más adelante- la sierra oriental, como si marcara el comienzo (o fin) de otro mundo. Hacia el poniente a diez minutos se levanta un Saltillo cada vez más próspero, al norte a dos horas Nuevo Laredo que concentra más del 50% del cruce comercial con Estados Unidos; y al oriente, a media hora de distancia, Monterrey, una de las ciudades más dinámicas del país. En ese cruce, la vegetación sigue sin ser excesiva, sin embargo emerge un sentimiento de riqueza y abundancia. Lo que se confirma -en nuestra particularidad- al llegar y saludar a los amigos.

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Notas al margen: 

  1. El jueves ordinario de esta semana se publicó en domingo por algunas cuestiones de logística, pues la madrugada del jueves la invertí en preparar unos documentos de trabajo para poder salir un par de días de vacaciones. Venir a Monterrey y cruzar a Texas.
  2. Llegando a Monterrey nos recibieron con gran calor humano nuestros grandes amigos Gerardo y Nelly y sus niños Regina y Bruno. Comimos muy bien y bebimos mejor. Cantamos y hasta bailamos. Este jueves está dedicado a ellos.

Jueves ordinario: la pelota

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“Mejor con la pelota papá”, me dijo Bruno cuando le sugerí que la cascarita fuera con el balón. Con una de esas pelotas de fiesta de cumpleaños que son mas bien ovoides; que viajan sin trayectoria fija, pero que proporcionan una sensación de bienestar instantáneo al golpearlas con el pie. Después de unos minutos de tiros infructuosos y de una leve desesperación por el componente aleatorio sobre la intención expresa, decidimos dejarla y regresar al tradicional balón. Por cierto, un poco desinflado, lo suficiente para no perder el bienestar instantáneo señalado anteriormente. La gran diferencia, es que con el balón emerge naturalmente el control de la dirección, así como la satisfacción de los tiros que acaban merecidamente en gol. Por aquello de la intención expresa.

La foto es de 1976, cuando jugaba en la escuela de Pumitas. Fue en un partido de las Chivas del Guadalajara contra los Pumas de la UNAM. En el medio tiempo saltamos a la cancha con esa emoción de niños y dimos nuestro máximo esfuerzo. Cumplimos nuestro sueño. Casi escucho los murmullos de los niños que esperábamos en el túnel, pisando el tartán del Estadio Olímpico de la Ciudad Universitaria. En la tribuna me animaban mis papás, mis hermanas Ana y Ale; y mi abuelo materno, José López.

Años después, entré por ese mismo tartán en una carrera de 10K. 52 minutos antes empezó la carrera sobre Insurgentes, con casi diez mil competidores que corrimos por el bello paisaje de la ciudad universitaria. Por cierto que casi llegando al kilómetro 8 hay una subida que quebró a bastantes participantes. No pude evitar referirlo, pues me inundó la emoción al recordar el sentimiento de entrar tal y como lo hacen los atletas de alto rendimiento. Ese 20 de noviembre de 2003, corrí a mi máxima velocidad esos 400 metros de gloria. Como niño entonces y como niño ahora.

La temporada de 1976 en los Pumitas fue la primera y ya jugábamos con el balón. Por chaparrito, me metieron inicialmente en la categoría inferior donde jugaban con pelota. Lo que causó un poco de irritación en mi papá. Aunque es muy bonita la historia esa que sugiere que me subieron de categoría porque la golpeaba muy fuerte, tal vez fue más un tema de presión hacia los entrenadores. Esa misma presión que provocó que -años después- pasara en el fútbol americano de ala abierta a quarterback. Y algunos pensábamos que nos merecemos a nosotros. Sin influencias de nadie. No de nuestros mentores y menos si tienen la gracia de ser padres de sangre. En fin. Jugué con esta categoría donde recuerdo a nombres, como mi tocayo Rafa que jugaba en la media (tercero de izquierda a derecha de la primera fila) Joao, el delantero y goleador del equipo (en medio en la segunda fila); el portero, niño muy ágil y de suéter verde eterno. El otro día vi la foto y algunas caras me parecieron nuevas. También recordé que un par de veces salimos subcampeones. Perdimos ambas finales contra Castores; nosotros Pollos. ¡Ja!, ni quien se acuerde.

Pues bien. El sábado pasado, mientras esperábamos que nos sirvieran en un restaurante de comida italiana, Bruno se entretenía con un crucigrama. De pronto, se encontró con la palabra pelota, la que –por cierto- se lleva muy bien con los niños: palabra juguetona que invita a la broma y a la sonrisa. Su fonética es maravillosa: pelota. Todos los niños se refieren a este objeto con este nombre: pelota. “Vamos a jugar pelota”, “¿Me compras una pelota?”. Aquí aparece un sinónimo que en diminutivo incluso es más divertida: bolita. De niños la utilizábamos así: “Bolita por favor, no la volvemos a volar”, promesa que incumplíamos por cierto hasta el cansancio.

Así, un niño no comprende la causa por la que su entrenador lo obliga a referirse al balón con ese nombre y no con el que lo motivó inicialmente a jugar: pelota. Tal vez, este entrenador y muchos papás más buscamos (inconcientemente) que el niño tome en serio el juego. Un símbolo es sustituir la pelota con el balón.

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Notas al margen:

  1. Mi abuelo materno, Papacito Pepe, como le dijimos casi una treintena de primos, jugó soccer en la primera división con el equipo «Oro«. Creo que este deporte fue uno de los factores que lo motivó a venir al DF, proveniente de Guadalajara.
  2. Se identificaba conmigo, porque los dos éramos zurdos y desbordábamos como extremos izquierdos. Y porque no éramos malos.
  3. Por cierto que nunca le perdonó a mi papá que me sacara del soccer y me metiera al americano. Juicio que a tantos años de distancia no puedo corroborar ni desmentir.
  4. Para los que no me conocen, soy el primero de derecha a izquierda en la segunda fila.