Jueves ordinario: la piedra y los espíritus animales

Estábamos entrando a la adolescencia. Nos reuníamos todas las tardes. Además de primos, vecinos. En la calle. Jugábamos tochito o simplemente lanzábamos piedras hacia los lotes baldíos. Platicando y lanzando. «A ver quién la llega a la calle de abajo», después de un movimiento rápido salían a toda velocidad tres piedras. Con mis dos primos: uno dos años más, otro uno menos. Sí llegaban. «A ver quién le da al árbol»: y salían las piedras hacia su destino. «Ahora a la barda de la casa»: y ahí iban. Había mucha grava y con ella piedras ideales para nuestro inocente entretenimiento. «Ahora a ese otro árbol…. ahora …» y así -una de esas tardes- rompimos una ventana de una casa en construcción.

// «No hay dos crisis económicas idénticas», señala una reseña escrita por Jac Depczyk acerca del libro «Animal Spirits» publicado el mes pasado, sin embargo siempre emergen las mismas tres preguntas: ¿Cómo nos metimos en este desastre?, ¿cómo podemos salir de él? y ¿cómo evitamos caer en una situación similar? Los autores del libro son dos connotados economistas norteamericanos: George Akerlof y Robert Shiller. //

Hubo un intento tímido de festejo al ver primero y escuchar después cómo se rompía el vidrio. La ventana no era muy grande y bien a bien no estoy seguro (incluso ahora a más de 25 años de distancia) que nuestra intención hubiera sido romperla. No tardó en salir el velador de la casa, acompañado con señas y gritos de reclamo. Casi de inmediato empezamos a caminar calle abajo. «Vámonos de aquí». No tardamos en empezar a trotar, pasamos frente a mi casa y de pronto ya íbamos corriendo hacia la casa de mis primos. Detrás de nosotros venía el velador y de lo que sí estoy seguro es que no teníamos intención alguna de que nos alcanzara.

// El título del libro es una alusión clara de una frase acuñada por el legendario economista británico John Maynard Keynes. Estos «espíritus animales» se refieren a las expectativas irracionales que adoptan los entes económicos, particularmente las referidas a la confianza del desempeño de la economía y las finanzas. Este concepto aparece en su famosa obra publicada en 1936: «La Teoría General de la ocupación, el interés y el dinero», donde afirma que el impulso que está detrás de este comportamiento es la preferencia espontánea por la acción sobre la inacción, más que una estimación racional basada en herramientas probabilísticas. //

Mi primo más grande buscó llevarnos hacia la torre de luz, contigua a su casa, para escondernos ahí: subió al terreno baldío gritándonos con desesperación, pero ignoramos su estrategia y seguimos -los dos más pequeños- en dirección a su casa. Al ver que no le hacíamos caso, bajó a toda velocidad lanzándonos un par de improperios. Tocamos el timbre y muy rápido nos abrieron la puerta. Nuestro perseguidor lo vio todo. Pero no nos importó en el momento, pues ya estábamos a salvo y además con claras instrucciones de que no abrieran la puerta.

// Los autores dividen los espíritus animales en cinco tipos:

  1. Confianza. Referida a la estimación irracional sobre el precio de una acción empresarial, sin importar su capacidad de producción y generación de valor.
  2. Equidad. Aunque los economistas conocen su importancia, la mayoría la ignoran.
  3. Corrupción o mala voluntad. Es lo que explica los casos como Enron.
  4. Ilusión monetaria. Ignorar la inflación y sus efectos, principalmente cuando su tasa es baja
  5. Historias. Los economistas suponen que las personas son suficientemente irracionales como para creer en tendencias permanentes; como la referida a que los precios de las casas nunca bajarían.

Por lo tanto, los modelos no contemplan las consecuencias de estas creencias incorrectas sino hasta que ya es demasiado tarde. //

Un día después, casi toda la familia se enteró de que habíamos roto la ventana. El velador estuvo tocando unos minutos y al ver que nadie abría, decidió regresar al día siguiente; por la mañana. Le reclamó a Sole, una muchacha que trabajó muchos años con mi tía, y por ahí se descubrió todo. Cuando nos pidieron explicaciones no solo no pudimos contestar la razón por la que rompimos la ventana, sino el porqué no enfrentamos las consecuencias de inmediato. En esos días me atormentaba al imaginar que de haber seguido a mi primo mayor nos habríamos ahorrado el regaño. Nunca me pasó por la mente que lo que habría evitado el regaño estaba más en la inacción: en no haber lanzado la piedra.

// El libro «Animal Spirits: How Human Psychology Drives the Economy, and Why It Matters for Global Capitalism» busca demostrar cómo el poder de las fuerzas psicológicas determina la riqueza actual de las naciones. El postulado principal es la necesidad de una participación activa por parte del gobierno para canalizar correctamente estos «espíritus animales». Es claro que el ser humano va a actuar (vamos a lanzar la piedra una y otra vez), por lo que es necesario que existan políticas económicas efectivas para salir de la situación actual y -sobretodo- evitar que caigamos nuevamente en una crisis similar. //

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Notas:

  1. Nuestra tendencia a la acción nos impulsará a tomar las medidas necesarias para salir de esta crisis. El arranque inicial dependerá de la efectividad en la instalación y difusión de las políticas económicas que soportarán el nuevo crecimiento, pero la velocidad tendrá que ver nuevamente con nuestros espíritus animales.
  2. Casi sobra señalar que no habrá política económica suficientemente efectiva para que en un futuro (una vez de que logremos un crecimiento sostenido) no caigamos en una nueva crisis. Los espíritus animales serán -en opinión de estos autores- nuevamente los responsables
  3. Puede encontrarse la presentación del libro en Princeton University Press.

Jueves ordinario: los ganadores

Durante las vacaciones, además de disfrutar a mi familia y descansar como no la hacía hace varios años, me di el lujo de leer dos libros: “El mono que llevamos dentro”, de Frans de Waal y “El ocho” de Katherine Neville. El primero es un planteamiento sociológico, con bases científicas a partir del estudio de los chimpancés y los bonobos; el segundo es una novela de aventuras que gira en torno a un ajedrez milenario. En ambos, la lucha por el poder es el factor fundamental: por la supervivencia en el primero, por el dominio en el segundo. En ambos, los ganadores son los protagonistas.

Este fin de semana serán los partidos de campeonato de la NFL, tanto de la conferencia nacional como de la americana. Tres de los cuatro equipos son considerados como grandes sorpresas y es muy probable que uno de ellos gane el Super Bowl XLIII. Tengo preferencia por los Cuervos de Baltimore y los Cardenales de Arizona. Principalmente por sus QBs.

Los chimpancés se caracterizan por la violencia y las alianzas políticas en su lucha por el escaño más alto de su jerarquía. Es una comunidad machista, donde los líderes pelean hasta la muerte utilizando su fuerza bruta (que supera por cierto en varias veces la de los atletas humanos) para garantizar su reproducción: quien está en la parte superior tiene más hembras y por tanto más sexo. La relación de hembras por macho es (en cautiverio) de 3 a 4 veces a 1. Los bonobos, en contraste y describiendo al revés, mantienen una relación de 1 a 1 entre hembras y machos. Se caracterizan por la armonía y por una práctica de sexo excesiva y más bien democrática. Es una comunidad dominada por las hembras quienes intercambian sexo por poder. Evitan la violencia y el enfrentamiento. También tienen una jerarquía bien definida donde los machos son respetados por la posición de su madre. Ambas especies son las más cercanas al ser humano con una similitud de ADN superior al 99%.

Kurt Warner, QB de Arizona, con 11 temporadas en la liga, ha ganado ya un SB (cuando jugaba apenas su segunda temporada); haciéndose merecedor a un doble nombramiento en ese año: el más valioso del SB y también el más valioso de la liga. En una entrevista unos días antes del gran juego, en enero de 2000, señaló que esa oportunidad la había estado esperando toda su vida y no pensaba desaprovecharla, pues para eso se había preparado. Esta frase me ha seguido desde entonces: cada que tengo un reto importante, tanto profesional como personalmente, aparece este motivador de manera automática y queda un tintineo jugueteando en mi mente: “no pienso desaprovecharla …”

El ocho es el número clave de una fórmula secreta que está contenido en el famoso Ajedrez de Montglane. La novela transcurre paralelamente en dos épocas diferentes, siendo el tablero y las piezas el objeto deseado y dador de poder infinito a los seres humanos. La lucha encarnizada por obtenerlas es muy ilustrativa en cuanto a los partidos que los hombres (y mujeres) estamos dispuestos a jugar: empeñando nuestro talento y encontrando un sentido trascendente de nuestra existencia. Las protagonistas son mujeres, lideradas por la reina del ajedrez, que juegan más allá del tablero de ocho por ocho y que intentan evitar que los hombres poderosos (reyes de monarquías en una época y estadistas y capitalistas en otra, casi todos del género masculino) puedan reunir las piezas y alcanzar el máximo poder.

Joe Flacco es el QB novato de Baltimore. Con sus 24 años de edad y con una valentía irreverente ha logrado ganar ya dos juegos de playoff (récord para un QB noato). Sus números no son espectaculares en este año, pero sí su empuje al guiar a su equipo hasta estas instancias. Empezó su carrera colegial en la Universidad de Pittsburgh, donde casi no vio acción en su primera temporada: tuvo problemas con su beca y fue transferido a la Universidad de Delaware. En la semana 16 mostró su calidad y liderazgo al llevar a su equipo a la victoria contra los Vaqueros de Dallas, convirtiéndose de paso en el último QB en ganar un partido en el Texas Stadium. Tiene todo para llevar a su equipo a una victoria este fin de semana: potencia física, liderazgo y nada que perder.

La sociedad humana para Franz de Waal mantiene una herencia doble: la violencia del chimpancé machista y la empatía del bonobo matriarcal. De ambos heredamos la necesaria estructura jerárquica para mantener el orden. Estas características permanecen aún cuando la evolución humana se separó de ambas especies hace 5.5 millones de años: cuando bajamos de los árboles y abandonamos la selva, cambiándola por la sabana. Esta decisión nos exigió desarrollar habilidades diferentes (físicas y mentales), así como construir una estructura social distinta, con la familia nuclear en el centro y la monogamia como base de desarrollo de nuestros hijos. Nuestra carga genética contiene violencia y empatía (de chimpancés y bonobos) que se combina con capacidades mentales superiores, donde la conciencia es la que nos diferencia en nuestra manera de conducirnos.

Los favoritos para el domingo son los Acereros de Pittsburgh (sobre Baltimore) y las Águilas de Filadelfia (sobre Arizona), aunque cabe señalar que estas líneas marcadas por las casas de apuestas no han sido muy buena referencia en el playoff de este año: al contrario. Estos partidos situarán a los vencedores en la cumbre de su conferencia y sobretodo en la memoria de los niños. Al final de la temporada (en el Super Bowl XLIII) y por carga genética de millones de años tendremos a un solo equipo ganador y dentro de él al jugador más valioso: al máximo líder que representará el escalón más alto del escenario de este maravilloso juego.

La novela de Katherine Neville, la más leída en España en la última década, eleva a los ganadores en una posición diferente a la estructura jerárquica tradicional: dentro de sociedades secretas donde la gloria va más allá de la algarabía de la masa humana. Interesante planteamiento. Situando la empatía por encima de la violencia, pero utilizando la fuerza bruta como medio para derrotar a los chimpancés. Las más de seiscientas páginas derrochan un gran talento narrador y una imaginación histórica sorprendente.

Jueves ordinario: los extraños

Hace un par de semanas leí «Los culpables» de Juan Villoro. Es un libro de cuentos con una prosa impecable. Cabe señalar que hace varios años leía sus artículos publicados en la revista «Letras Libres». Por cierto que la revista ya no la recibo desde hace casi un año. Mi suegro no renovó la suscripción después de cinco años y no sé la razón. Tal vez porque muchas veces utilicé argumentos que aparecían en ella para animar nuestras discusiones sobre política. ¡Ja!

Los cuentos de Villoro tienen sin duda una calidad literaria muy alta, sin embargo no me han inspirado mucho. Con su lectura, reafirmé esta idea que tengo desde hace muchos años sobre los intelectuales mexicanos: que no tienen nada que ver con el resto de la sociedad. De hecho, su estilo elitista, excluye, nos excluye. Escriben para ellos y sobre de ellos. Son sujeto y predicado. Lo sorprendente es que se sorprenden (quejándose) de que los mexicanos no leemos. Pues no. ¿Por qué voy a leer algo que no tiene que ver conmigo? Y además, pagar por él. Esta es la hipótesis: que los intelectuales mexicanos no escriben para los mexicanos.

Hace unos meses, Gabriel Zaid señalaba en uno de sus artículos dominicales del periódico Reforma que existe un problema de marketing en la distribución de los libros. Este intelectual mexicano, profundo conocedor de los mercados económicos, así como de los intereses políticos y sociales, invitaba a las casas editoriales y a los escritores a aprender a jugar bajo las reglas del mercado. Al final del día un libro es un producto más que es apreciado por los consumidores potenciales de la misma forma que un periódico o una revista. No porque se les baje el precio o incluso se regalen la población va a leerlos. La premisa de que no leemos, porque no nos alcanza el dinero es falsa. Basta con ver las decisiones de compra de la clase media para comprobar que la falta de lectura no es una cuestión de dinero.

Es un problema de demanda sí. No leemos por cultura o por deficiencias en el sistema educativo. Es correcto, pero también hay un problema de oferta. El producto que se está fabricando no cumple en lo general con las necesidades de los consumidores. Existimos lectores que optamos por ofertas diferentes a las mexicanas. El círculo de lectores que conozco (que no es de intelectuales) devora literatura extranjera. Desde novelas policíacas y ciencia ficción hasta novelas históricas y contemporáneas. Sin olvidar artículos y libros de negocios, sociología, psicología y filosofía. La inmensa mayoría no es de escritores mexicanos. Hace un par de días terminé de leer una novela de un irlandés de mi edad. Me sentí profundamente identificado sobre una historia de la segunda guerra mundial en Alemania. Me inspiró y me hizo reflexionar muchísimo. Se llama «El niño del pijama de rayas» y el autor es John Boyne.

Los dos los compré el mismo día en «El péndulo», en Santa Fe. Salí contento, porque encontré un par de libros estimulantes de entrada, aunque también un poco triste, pues la librería es muy limitada. Ayer estábamos en Barnes & Noble de Miami y el contraste es impresionante. Una sección de libros en español al centro tan grande como todo «El péndulo» y una sección de libros infantiles al final en la que puedes perderte y regocijarte de tanto clásico editado especialmente para niños. Claramente en Estados Unidos se ha encontrado un modelo de negocios exitoso, donde todos ganan: los escritores, las editoriales y sobretodo los lectores.

Por último y sobre el problema ideológico de los intelectuales mexicanos. Gran parte de esta estirpe elitista comulga con ideales socialistas. Lo que por si mismo genera un obstáculo estructural para diseñar y ejecutar un modelo de negocio exitoso en términos económicos. Pues los hilos conductores que imaginan nuestros intelectuales tienen que ver con sistema de productos y precios centralmente planificados, donde la lectura es una obligación, no un derecho que nace del libre albedrío de las personas. Son liberales en términos sociales, pero conservadores en términos económicos. Una sutil contradicción que sigue jalándonos hacia el pasado.

Jueves ordinario: la influencia

Hace casi veinte años, convencido de la diferencia de plenitud entre los seres humanos que piensan de los que no lo hacen, escribí una reflexión titulada Influencias. Su lectura me permitía -de manera paralela- disfrutar de la intensidad de mis 19 años, sufrir mi desconcierto existencial y describir de una manera perfectamente confusa cómo es que me relacionaba con el mundo y su aleatoriedad.

Desde hace varios años he buscado el manuscrito. También el archivo que viajó por diversos discos duros en computadoras personales y de trabajo. Sin éxito. La búsqueda, sin embargo, continúa insistentemente en mi memoria y en ocasiones emergen de la nada sendos zarpazos de regresión a ese estado emocional que me marcó por siempre.

«Percibí el sabor fresco de la mañana. Cuando cerraraba la puerta de le reja, el vecino me saludó y tímidamente regresé la cortesía con un gruñido. Violentado por su atrevimiento al inmiscuirse en mi existencia, empecé a caminar por la calle toda hacia la parada del camión. Prendí un cigarro y con una bocanada de humo aceleré el paso.» Más o menos así empezaba ese escrito de 1990.

Ayer en la mañana, al inyectarme mi dosis cotidiana de filosofía, leía un párrafo escrito por Oscar de la Borbolla que literalmente dice:

«Aunque en sentido estricto nadie huye, porque la caída en el pensar no es voluntaria, como tampoco lo es mantenerse en el no pensar. Ambas ocurren y no hay motivos para creer que una conducta sea más auténtica que la otra por más que la humanidad se divida, por esta razón, en dos bandos irreconciliables: aquellos que caen en el pensar y los que se mantienen en el no pensar. Unos y otros se desprecian: unos a otros gruñen, cada bloque por sus propias razones, cuando lo que debieran sentir los unos por los otros es un poco de compasión o de piedad. Pues unos y otros viven en el infierno, aunque sea en distintos departamentos del infierno. Porque la vida no es más placentera por no pensar, al contrario, los que forman este grupo suelen sufrir hasta el agotamiento o el suicidio por cualquier minucia».

Casi sobra decir que el autor reduce el pensamiento a la exploración ontológica de preguntas tales como ¿Por qué soy? o ¿Qué somos? Mismas que en su apreciable opinión no tienen respuesta. Por el contrario, nos absorben en un abismo intolerable al avanzar en su pensamiento y descubrir que la nada será el resultado de nuestra existencia efímera, tanto individual como colectivamente; en ser humano y en humanidad.

Después de prender el cigarro y cuando estaba llegando a la esquina, vi que el camión arrancaba decididamente sin mí. Por lo que tuve que caminar dos kilómetros hacia la siguiente parada. En el camino encontré diversas situaciones, desde los volcanes poblanos que se extendían majestuosos sobre el horizonte, hasta un señor que buscó que entabláramos una conversación. Recuerdo que en el mismo escrito referí que no entendí palabra alguna de este ser humano que se desgarraba por unos asuntos asquerosamente cotidianos. Por lo que continúe con mi travesía.

«Por fortuna -continúa Borbolla un par de párrafos adelante-, el ser humano no es coherente: se distrae, se pierde, anda por el mundo sin preocuparse ni ocuparse y, por ello, con relativa frecuencia puede vivir libre del agobio que producen el sentido y el sinsentido […] En esa zona, ajena al pensar y al no pensar, ahí donde no tenemos presentes el sentido ni el sinsentido, es donde la vida es visible, pues vivimos distraídos, sin darnos cuenta. En esos momentos sucede la felicidad […]».

Cuando retomé el camino, me encontré con que había olvidado a dónde iba. Perdido, sentí cómo mi maleta jalaba mi hombro con una fuerza insoportable. Llevaba piedras que no sabía en qué momento había recogido.

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Notas al margen:

  • El libro de Borbolla a que hago referencia se titula «La rebeldía de pensar», publicado en 2006 por la Editorial Nueva Imagen.
  • Este autor mexicano es un profesor universitario de Ontología, con estudios de filosofía en licenciatura, maestría y doctorado. Su prosa es directa y limpia; y su estilo irreverente
  • Su lectura, mas que pensar, felizmente me ha distraído.

Jueves ordinario: la doctrina

Espada Doctrina Marx“A mi lo que me alumbran son las lámparas”, bromeó mi compañero de banca del catecismo. Asistíamos con mis primos Sánchez todos los lunes a la iglesia de “La Bola” ubicada en la colonia Guadalupe Inn, en la ciudad de México. Mi carcajada -fuera de lugar- provocó que la maestra catequista inmediatamente tomara acciones correctivas, por lo que el siguiente mes pasamos esa hora y media con niños más pequeños. El compañero ocurrente se refería a la frase solemne del sacerdote respecto a que el Espíritu Santo nos iluminaría para lograr satisfactoriamente los objetivos de ese otoño de 1979. La doctrina empezaba a las cuatro de la tarde y se extendía hasta las cinco y media e incluso hasta a las seis. Salíamos en un mismo coche siete primos y dos mamás que relataban sus incidencias con otras mamás.

No recuerdo mucho esos cursos, pues la doctrina era vacía. Nos hacían repetir una y otra vez oraciones que aprendimos de niños y también cantábamos letras católicas, alabando a Jesucristo y dando gracias a la Virgen y demás Santos. La verdad es que a mis ocho años con mucho trabajo entendía el objetivo de asistir con esa comunidad a reafirmar nuestros valores. Era muy contrastante con el colegio, pues en las mañanas nos invitaban a cuestionar y a razonar, mientras que en esas tardes solo nos hacían repetir y tener fe. Siempre he creído que el fondo de la doctrina es esencialmente verdadero, pero que la forma de impartirla es anacrónica y sobretodo elimina la inquietud y curiosidad de cualquier alma ávida de conocimiento. Lo que sí recuerdo con nitidez son las donas de Dunkin’ Donuts, que nos compraban mi tía Maru y mi mamá al salir; me parece que en una sucursal ubicada en Insurgentes Sur.

Pues bien. En las semanas recientes han emergido manifestaciones destacadas de la doctrina que encabeza parte de la izquierda mexicana. Por un lado, en unos hechos lamentables (por la muerte violenta, no por otra cosa) han fallecido cuando menos cinco jóvenes mexicanos que participaban activamente con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Estos jóvenes fueron en busca de su sueño marxista, haciendo turismo rebelde en un país extranjero. Es casi un hecho que fueron adoctrinados en la UNAM, en la facultad de Filosofía y Letras. No es muy claro si dentro de las clases propias de las licenciaturas es en donde se revelan estas verdades o si la red social de la facultad promueve una evangelización para los elegidos. Lo que sí es claro es que estos pseudo-intelectuales y maestros de pacotilla están envenenando la mente de muchos jóvenes. Cerebros brillantes en muchos casos que por la adrenalina y la ingenuidad son un campo fértil para el crecimiento de ideas que alimentan el resentimiento; que invitan a la acción a través de la violencia. Contradiciendo y a la vez siendo fiel con los postulados marxistas de la lucha de clases. La semana pasada, salió el Rector de dicha facultad a defender la libertad de creencia y expresión. Lo que sin duda debe defenderse es precisamente la libertad, pero no cuando ésta  trasgrede la de los demás. Principio básico de ética de los clásicos y que también estudian en esa facultad. Aunque cuando se cree fervientemente que la acción está justificada, porque el fin es superior, empiezan los problemas. Estos jóvenes y algunos adultos un poco desubicados (o totalmente) tienen esa extraña confusión de que su lucha es la única y verdadera; creen que su calidad moral está por encima de todos los demás y por ello pueden (y deben) violentar la situación actual dominada por el capital (dígase imperialismo) para liberar a los trabajadores oprimidos. Y se lo creen completito y buscan llevarlo a la realidad. Lo peor, es que algunos lo llevan a cabo y resultan heridos o muertos en luchas casi siempre corruptas, donde el narcotráfico y el dinero son los móviles principales, no los ideales. Se combina la corrupción con la ingenuidad; se cruzan la oferta y la demanda. La primera, una doctrina social que invita a la justicia social; la segunda, el deseo irrefrenable por querer mejorar el mundo. Visto desde lejos, pareciera totalmente válido, pero al acercarse, vemos delincuentes en la oferta y jóvenes desorientados en la demanda. Combinación letal de la que lamentablemente los primeros son los que sacan provecho, los segundos -como hemos visto- pueden perder la vida. 

Por otro lado, parece renacer el personaje mexicano anacrónico por excelencia. Líder de la corriente dominante del PRD, AMLO continúa adoctrinando a sus seguidores. Utiliza el mismo método de antagonismos, donde existen dos tipos de seres humanos: los buenos y los malos. Como en el catecismo, la postura verdadera y buena por naturaleza (la suya) vencerá al mal aún ante las tentaciones que el diablo ponga delante (Calderón). Y cual niños, trata a sus seguidores contándoles historias irrisorias (para los que estamos lejos), pero que constituyen un grito de guerra para muchos de ellos. A unos les sigue comprando su lealtad (¿de dónde sale el dinero por cierto?) y a otros (los nuevos y los llenos de energía positiva) los convence con ese discurso lleno de resentimiento. Con esas ideas redentoras que sitúan sus creencias por arriba de los demás. Que los hace sentir que vale la pena invertirle tiempo y esfuerzo a “resistencias pacíficas”. Nuevamente se reúnen dos factores clave: el seductor que -con palabras llenas de erotismo- consigue que esos jóvenes ingenuos caigan en sus garras. Quienes, encantados por su discurso, ponen su mente y su espíritu al servicio del “corruptor de menores”. Casi es obvio que el único beneficiado es AMLO; podrá salpicar un par de billetes a su séquito, pero no más allá. No a la sociedad, no a la mayoría de nosotros que diario nos levantamos a trabajar para tratar de proveer una mejor calidad de vida a nuestras familias, No. Solo a él, que se ofrece como el redentor y mesías del pueblo mexicano. Él, por siempre. En este punto recuerdo a mi amigo bromista al distinguir la leyenda de las placas del DF : “La Ciudad de la Esperanza”; sin poder evitar la relación con “El Rayito de Esperanza” que personifica el tabasqueño que perdió las elecciones de 2006. Por cierto que sus detractores afirman que cambió de código postal: se mudó del departamento austero ubicado en Copilco a una casa en Bosques de las Lomas, dentro de una de las privadas más exclusivas y seguras de la ciudad. ¿Cómo explicará a sus seguidores que ha violentado su voto de pobreza y que busca seguridad para él y los suyos dentro de bardas de cuatro metros y circuitos cerrados de televisión controlados por guardias expertos?

Para finalizar. Las doctrinas, cualquiera de ellas, deben tomarse siempre con reservas. ¿Porqué poner nuestro razonamiento y natural cuestionamiento al servicio de la visión de alguien más? ¿Por qué aceptar y alimentar una creencia ciega para alcanzar un nivel superior de existencia? ¿Qué objetivo está persiguiendo quien nos invita a llevar nuestra vida de esta manera? Habrá, sin duda, algunos intermediarios que tratarán de convencernos con toda la buena intención de que son capaces, pero ¿y quién los convenció a ellos? Es claro que en las religiones más importantes de la humanidad difícilmente podremos identificar motivos mezquinos. Pero hay corrientes que no aguantan dos preguntas y descubren casi a gritos su verdadero interés. La cuestión es y seguirá siendo si -en esos momentos en que asistimos a la doctrina- hay alguna lámpara cercana que nos ilumine para que podamos ver las cosas con claridad.

Reflexión de jueves santo: contra doctrinas que invitan a la violencia.