Hay un segmento dentro la economía mexicana que no hemos podido potenciar adecuadamente. Genera más del 50% del PIB, aporta 3 de cada 4 empleos que se generan en México y concentra el 99.8% de las empresas del país. El último censo del INEGI sitúa a este segmento en 3 millones de unidades económicas, pero recientemente la Secretaría de Economía (SE) calcula que son ya más de 4 millones. Son las micros, pequeñas y medianas empresas, que de manera genérica se les conoce como PyMEs, aunque se ha buscado precisar -con poco éxito- el nombre en MiPyMEs.
En países como Chile y España, las PyMEs han sido el soporte del dinamismo económico y sobretodo los principales responsables de la construcción de una clase media robusta y numerosa. En Estados Unidos, las denominadas Small Business Entreprises (SME) son las responsables -en la mayoría de los casos- de que el sueño americano permanezca. Principalmente, porque siguen existiendo a la mano cientos de historias de emprendedores que lograron convertir su proyecto en una empresa exitosa y posteriormente en una corporación envidiable. Microsoft, Dell y Google son solo uno de los ejemplos más conocidos.
Una de las dificultades que hemos enfrentado para desarrollar correctamente el segmento inicia con la manera de clasificarlas y -por tanto- de definir sus características y diferenciar sus particularidades. El gobierno -apegado a un decreto oficial- las ha clasificado por el número de empleados en Micros, Pequeñas y Medianas Empresas, dentro de los sectores Comercio, Industria y Servicios. 9 grupos en total que para efectos prácticos se dividen en Micros y PyMEs. Las Micros representan además el 95% de las empresas de México y dentro este subsegmento no se ha profundizado suficiente en la identificación de necesidades características y por tanto en el diseño de programas efectivos. La SE empieza a distinguir algunos sectores clave, pero el avance es magro.
Cabe señalar que para complementar esta clasificación, la SE define tres grupos más: Emprendedores (antes de ser Micros o PyMEs), Empresas Gacela (con gran dinamismo dentro de las PyMEs, mas bien medianas) y Tractores (los grandes corporativos). Ya se están lanzando programas para Emprendedores, aunque los resultados apenas empiezan a presentarse.
Al ser el empleo el parámetro clave de clasificación, se infiere que uno de los principales objetivos del gobierno es la generación de empleos en primera instancia. No la generación de riqueza o la creación de más empresarios, sino el empleo. Esta característica estructural promueve desde la educación básica un desarrollo individual orientado a ser empleado mas que empresario. Ambos son importantes, pero tener como hilo conductor al número de empresas y su aportación directa a la riqueza es muy diferente que a la del empleo. Esta diferencia, además, ha determinado el tipo de programas de impulso empresarial que se implantaron en el país, siendo la variable clave de éxito, efectivamente, los empleos generados, no el numero de empresas y su subsitencia en el tiempo; no la riqueza. Cabe señalar, sin embargo, que las 3 nuevas clasificaciones (Emprendedores, Gacela y Tractores) escapan al número de empleados y adquieren más bien características específicas y por tanto necesidades más precisas.
Pero entremos en el tema. Por su número de entidades, aportación de riqueza y generación de empleos, las PyMEs son el segmento más importante del país. Y hasta hace algunos años el más olvidado. El dinamismo de las PyMEs en el lustro reciente ha provocado que la atención de los diferentes sectores se vuelque hacia ellas, buscando impulsar su crecimiento en términos monetarios y su desarrollo en capacidades. Existen programas gubernamentales orientados a este desarrollo a través de consultorías y capacitaciones recurrentes a precios muy accesibles y en ocasiones gratuitos, así como esquemas para apoyar el financiamiento, en coordinación con la banca de desarrollo y sobretodo la banca comercial. Los programas avanzan y poco a poco empiezan a rendir frutos. Sabiendo, todos los participantes, que se empieza y hay mucho camino por recorrer.
Por su parte, las grandes empresas de servicios han diseñado ofertas específicas para este segmento adaptadas a sus necesidades y también han rediseñado sus equipos de venta y de soporte para poder atenderlas adecuadamente. En la mayoría de los casos, también el recorrido apenas inicia. Pero ha iniciado.
Los grandes compradores y los intermediarios medianos absorben gran parte de sus producciones y las canalizan al mercado interno o a la exportación. Esta cadena tiene ya un mayor recorrido. También la de grandes vendedores que se apoyan en la distribución de sus productos en pequeños y medianos comercios y empresas de servicios. La cadena de producción y suministro existe y gira o deviene en las PyMEs. En la mayoría de los casos sucede así, por lo que existen pocas corporaciones que estén integradas de manera vertical y nada tengan que ver con las PyMEs.
Es decir, las bases ya están puestas. No es que tengamos que iniciar de cero para poder instalar una planta productiva o una cadena de distribución. El reto es aceitar esta maquinaria y empezar a inyectarle recursos que incrementen su dinamismo y por tanto su riqueza; por supuesto, la generación de empleos y de manera automática la creación de una clase media sólida que garantice una demanda interna sostenible. Casi de libro de texto.
No es casualidad por tanto que en el programa que ha lanzado el gobierno el día de ayer con 5 puntos (que a continuación enlisto) el número 4 tenga que ver directamente con las PyMEs:
- Ampliar el gasto público, particularmente en materia de infraestructura para poder estimular el crecimiento.
- Cambiar las reglas en el ejercicio de ese gasto en infraestructura por parte del sector público, para poder agilizar su ejercicio.
- El inicio de la construcción de una nueva refinería en el país.
- El lanzamiento de un programa extraordinario de apoyo a las pequeñas y medianas empresas en México.
- Un nuevo programa de desregulación y desgravación arancelaria para hacer más competitivo el aparato productivo nacional
Tampoco es casualidad que las grandes empresas estén apostando por hacer crecer y crecer junto con las PyMEs. Para impulsar el éxito (el de las PyMEs) que les permita perdurar en el tiempo. En un juego ganar-ganar que nada tiene de romántico y sí de pragmático.
Las condiciones económicas globales nos están empujando a que activemos de una vez por todas nuestro mercado interno. Por el lado de la oferta para no generar ilusiones de otras épocas. En eso pareciera existir ya un consenso (increíble, pero hasta los gobiernos de izquierda ya lo tienen en su chip). La única manera de hacerlo es con los empresarios. Y la efectividad será mayor al impulsar el crecimiento de las micros, pequeñas y medianas empresas. Al contribuir a que los emprendedores mexicanos persigan su sueño aquí en nuestro país (ya no podrán hacerlo del otro lado del río por una buena temporada); de garantizar que las PyMEs se consoliden y busquen engrandecerse.
No solo es posible, sino es necesario. Pareciera ser que la decisión es más clara que nunca. El camino del crecimiento futuro es con las PyMEs. Hay muchísimo por hacer, tanto en el gobierno como en la iniciativa privada. Con acciones concretas que impulsen sus ingresos y con programas que garanticen el desarrollo de sus capacidades, de tal forma que mejoren la calidad de sus productos y procesos, así como la administración de sus negocios. Requisitos indispensables para que podamos afirmar con orgullo que lo hecho en México está bien hecho. Falta mucho, pero solo creyéndonos capaces de hacerlo, podremos lograrlo.
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